—Ventana —contesté cuando el empleado en el mostrador de facturación del aeropuerto me preguntó si quería un asiento junto a la ventana o al pasillo.
—Tengo 17A —dijo el hombre—. ¿Qué le parece?
—Imposible, de ninguna manera —contesté—. No puedo sentarme en un asiento A. No puedo estar del lado del océano cuando aterrizamos. Necesito ver la tierra. No puedo pensar en descender hacia el océano. ¿No tiene ningún asiento F?
—Pues, sí —dijo el hombre—. 20F está disponible.
—20F —repetí, pensativo—. Eso es 527 en el sistema hexadecimal. 17 veces 31. 17 veces 3 más 1. Es 17 veces 4. 174. Que suena casi como 17A. ¡Es casi el mismo asiento que me ofreció al principio!
—¿Disculpe? —preguntó el hombre—. ¿Tampoco ese le va bien?
—¡Sí! —contesté—. Por supuesto que ese me sirve.