Escuché a la bestia acercándose, golpeé mi brazo con la palma de mi mano, dejando rastros de sangre en ambas partes del cuerpo. Cogí una servilleta y removí el líquido rojo.
Soy, en términos generales, amigo de los animales, vegetariano y miembro de varias asociaciones para promover su bienestar. No obstante, hay algo en el acto de matar mosquitos que me da un gran placer. Lo llamo «venganza de sangre».