—Leí un artículo interesante en el periódico esta mañana —le comentó Jo-Anne a Daniel cuando estaban tirados sobre sus pañuelos en la playa de Cerdeña, secándose después de haberse dado el primer baño del día en el Mediterráneo—. Preguntaban a la gente en la calle cómo reaccionarían ante la oferta de un billete solo de ida hasta el borde exterior del sistema solar.
—¿Y? —preguntó Daniel sin subir la mirada de la revista de golf que leía—. ¿Cómo reaccionaron?
—Había una mezcla de respuestas —respondió Jo-Anne—. Algunos estaban súper entusiasmados mientras otros parecían ofendidos por la idea.
—Me lo puedo imaginar —afirmó Daniel—. Es una propuesta intrigante. ¿Tú cómo reaccionarías?
—Creo que me abstendría —confesó Jo-Anne, sonriendo, mirando sobre la superficie del agua hacia el horizonte donde se fundía con el cielo azul—. Hay tantos lugares en esta tierra que aún no he visto, como Katmandú.
—O Kaiserslautern, de hecho —añadió Daniel, cerrando la revista y juntando su mirada a la de Jo-Anne en el horizonte.
—¡Claro! —dijo Jo-Anne—. Katmandú y Kaiserslautern son muy buenos ejemplos de lugares exóticos que visitaría antes de irme hasta el borde exterior del sistema solar.